Víctor Hugo Malagón, economista, empresario, líder, ha estado profundamente marcada por la influencia del Presidente Betancur, su admiración por la Expedición Botánica y el Sabio Mutis y su constante empeño de poner el conocimiento al servicio de la construcción de una mejor sociedad.
La vida de Víctor Hugo Malagón ha estado entrelazada desde niño por la obra de Mutis y del presidente Betancur.
Sus enseñanzas han llevado a que la hélice entre sociedad, empresa y estado rija su día a día. Este empresario, asesor del Gobierno de Colombia en el proyecto Colombia Científica, y presidente del Foro de Presidentes, guarda historias y enseñanzas invaluables de estos dos pilares de la Comisión Mutis.
¿Cómo conoció al expresidente Belisario Betancur?
Mi primer recuerdo del presidente Betancur fue durante su gobierno, en momentos muy dolorosos como la toma del Palacio de Justicia y los desastres naturales de Popayán y Armero. Recuerdo especialmente su figura en la visita del Papa Juan Pablo II en 1986. Sin saberlo, ese suceso marcó mi vida en el futuro.
Durante la visita papal, el presidente le dijo a su santidad que Colombia quería darle un regalo; el Papa se negó, pero ante la insistencia de Betancur el pontífice le dijo que le gustaría que creara un centro de pensamiento de la doctrina social que ha construido la Iglesia, y sobre una reflexión del mundo. Así nació el Instituto de Estudios Sociales Juan Pablo II. Cuando me vinculé al Instituto conocí más a fondo la labor de Belisario.
Lo más definitivo de mi relación con el Presidente fue en España, gracias a un gesto de amor de mi padre. Él recortaba artículos de los periódicos para sus hijos. En el 2000 me dejó uno que hablaba de la creación de una fundación inspirada en la figura de Carlos V. El gobierno de España, empresas y notables como Betancur crearon la Fundación Carolina, que promueve las relaciones científicas, culturales y académicas, entre otros, con becas de movilidad estudiantil.
Desde ese momento mi vida ha estado ligada a la Fundación. Me postulé a la primera convocatoria y me fui a vivir a España. Fui dos veces becario, asesor; gracias al presidente Betancur fui el secretario general de la Fundación en Colombia, y luego miembro del consejo directivo.
Recuerdo una cena en el Casino de Madrid con los beneficiarios de la primera convocatoria, allí estaba Belisario, fue el primer momento en que pudimos conversar largamente, desde ese momento surgió, más que una amistad, una relación de maestro y discípulo.
¿Cómo fue la relación discípulo mentor?
Yo no sé si él se consideraba mi mentor, pero lo fue. En estos 20 años estuvimos juntos en muchos proyectos. Tuve el honor de recibirlo como presentador de mi libro de responsabilidad y ética, me delegó su palabra en los 10 años de fallecimiento de Álvaro Gómez Hurtado. Fue un convencido de la obra visionaria de José Celestino Mutis, y eso nos unió más. Siempre fue una relación seria, concreta, profesional, el afecto se demostraba creando valor para la sociedad.
Semanas antes de su fallecimiento tuvimos una conversación larga, afectuosa, más allá de lo profesional, hablamos a profundidad y recibí su última lección sobre la vida, el poder y la condición humana. Fue un privilegio tener esa lección de vida y sabiduría de un hombre muy grande por su humildad, por siempre buscar cómo crear valor a la sociedad, cómo ejercer el poder con grandeza, transparencia y amor por Colombia.
¿Cuál es la estrategia para seguir con la visión de país de Belisario?
De él aprendí la convicción profunda de que solo con una mejor comunicación entre los estamentos de la sociedad podemos lograr el desarrollo, la unión de academia, empresa, sociedad civil y el Estado. Solo una mejor confluencia de los actores hace posible el desarrollo.
¿De dónde vino el amor del exmandatario por el conocimiento?
Fue hijo de arrieros antioqueños. A los tres años aprendió a leer de manera autodidacta, se deleitaba con los cuentos y libros que cargaban su padre y tíos en el lomo de la mula. Luego pasó por el seminario de Yarumal, Antioquia, del cual fue expulsado por irreverente. Fue líder, valiente en su juventud política cuando fue congresista y se opuso radicalmente a cualquier vicio antidemocrático. Su legado como embajador ante España. Su enorme legado como presidente.
Era un lector consumado, un escritor maravilloso, un comprometido por el desarrollo social, un visionario que puso el interés por el conocimiento al servicio de la sociedad, de la transformación de la vida de los ciudadanos, no para acumularse en bibliotecas.
¿Qué une a Belisario con Mutis?
Como exmandatario dedicó su vida a la creación de valor intelectual, a recuperar esa visión de Mutis, a ese sueño de la segunda expedición botánica, al desarrollo de la cultura y empresa. La Comisión Mutis, que convoca líderes educativos, culturales y científicos que creemos que el referente de Mutis no es del pasado, sino que se proyecta al futuro, es un verdadero homenaje a Belisario.
Uno de mis primeros recuerdos fue cuando mi papá me llevó a conocer la tumba de Mutis, quería saber por qué Mutis estaba en la Nueva Granada. Años después coincidí con que Belisario tenía la misma fascinación por la Expedición Botánica. En 1783 el rey Carlos III le otorgó la cédula real a Mutis para su expedición. El sabio formó una escuela de discípulos y pintores, en su mayoría estudiantes del Rosario, como Francisco José de Caldas. En esa expedición se recogieron unas 17.000 láminas. Cuando el general Morillo tomó como cárcel al Rosario decidió enviar las láminas a España. Hoy ese compilado reposa en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Betancur fue el gran promotor de la reproducción y publicación de las láminas, un ejercicio que ha tenido el apoyo de España y Colombia con 36 ediciones. El Presidente siempre tuvo la inquietud de cómo lograr que la población se apropiara de la gesta de un sabio maravilloso que dejó tanto en lo académico. Cuando conmemoramos los 200 años de la muerte de Mutis contamos por primera vez con láminas originales expuestas en el Museo Nacional en Bogotá, y el retrato de Mutis por primera vez dejó el aula máxima del colegio del Rosario y fue expuesto en Madrid.
¿Qué pasó con la segunda Expedición Botánica que promovía Betancur?
La idea de Belisario de una segunda expedición, de una sociedad mutisiana, de la Comisión Mutis que promoviera el conocimiento y el desarrollo, no puede ser más vigente. Inspirarse en una gesta como la Expedición, que es referenciada pero no conocida por las personas.
Los esfuerzos individuales eran un primer obstáculo, por eso la Comisión se creó como una red de cooperación; cada uno hace cosas maravillosas en su institución, pero no logramos conocer y sumar lo que otros están haciendo, ese es el mayor valor de la Comisión, ser un espacio para saber qué estamos haciendo, cómo multiplicar y sumar en una sociedad más acostumbrada a restar y dividir.
La idea de la segunda expedición tal vez no lleve ese nombre, pero con cada descubrimiento de especies, sin quererlo, lo hacemos. La última gran lección que me dejó Belisario es que dejemos los egos personales e institucionales para cooperar en la búsqueda de una Colombia mejor.
¿Cuáles son los legados de Belisario al conocimiento?
En lo internacional, su aporte intelectual y político en el Grupo de Contadora fue clave en la estabilización y paz de Centroamérica. Su labor en la Fundación Carolina les ha permitido a 23 mil ciudadanos latinoamericanos, 5 mil de ellos colombianos, la posibilidad de cambiar su vida con las becas. Ayudó al desarrollo de la Fundación Santillana, creó proyectos editoriales y culturales.
Vivió muchos años en Barichara (Santander), allí fundó la ludoteca y biblioteca del municipio; con su hija Beatriz promovió la Fundación San Lorenzo, que entrena a madres cabeza de familia en la elaboración de papel de fique; creó con su segunda esposa, Dalita Navarro, la Escuela Taller de Artes y Oficios. Así podría dar más ejemplos, eso sin contar las miles o millones de personas, como yo, que nos impactamos con su trabajo por mejorar la sociedad.
En su funeral en la Academia de la Lengua, que también presidió, nos encontramos el viceministro de Cultura, Felipe Buitrago, y el presidente Iván Duque; coincidimos en la admiración por Belisario. Ese día acordamos homenajear al Presidente con unas becas para ciudadanos colombianos en ámbitos de la economía naranja y la creatividad que llevaran su nombre.
Gracias a dirigentes del Gobierno, del Icetex, de la Fundación Carolina y de personas que estuvimos cerca de él, las becas Belisario Betancur son una realidad que celebra nuestra diversidad. Las primeras serán en España, como él hubiera querido.
¿Cómo se puede continuar con la visión de país de Betancur?
La idea de Belisario de unir a las instituciones en la Comisión fue la semilla para articular a los demás sectores. Si permanecemos en las mismas categorías, unos aislados de los otros, no vamos a pasar del discurso a la acción. Debemos intentarlo así fracasemos, y entendamos que de ese fracaso puede surgir desarrollo. Cuando bajemos los egos, cambiemos los lenguajes y modifiquemos la cultura estaremos preparados para esos retos del desarrollo de la sociedad.